sábado, 2 de febrero de 2019

La desinfección de libros

Por L.B. Nice
(Harvard Medical School)

The Disinfection of books. En: Bulletin of the Medical Library Association, 1912. 1912, vol. 1, núm. 4, p. 61-66.

Traducido del inglés por Juan Carlos Pérez Elvira
(Diplomado en Biblioteconomía y Documentación)

Los libros parecen estar bien adaptados para llevar la viruela, el sarampión, la escarlatina, el tracoma, la difteria, la erisipela, la disentería, la tifoidea y la tuberculosis. Sin embargo, por lo que he podido encontrar, no hay un método satisfactorio para la desinfección de libros que se esté utilizando en este país. Los libros son una diversión particular de inválidos y convalescientes, por lo tanto ellos tienen mucho más peligro de ser infectados. Si una persona estornuda o tose, es muy apta para sostener el libro delante de él. Mediante la colocación de placas de petri en torno a los pacientes de tuberculosis, Flügge halló que los bacilos de la tuberculosis son transportados tan lejos como una yarda debido a la tos, el estornudo o la conversación, Además del peligro de contaminación por estas vías y en manejo ordinario de un libro, mucha gente persiste en el hábito antihigiénico de humedecer los dedos en las bocas cuando pasa las páginas.

La escarlatina ha sido transmitida a lugares lejanos por las cartas. Un caso conocido, donde una madre y un bebé estaban fatalmente infectados de septicemia, se debió a un libro. En Burdeos, bastante gente fue atacada por lumbago febril tras haber arreglado los libros de la Facultad de Medicina. Cartas escritas por pacientes de viruela infectaron a los empleados de correos en Kent, Inglaterra. Lo más serio de todo, una epidemia de tuberculosis se dio entre los empleados de los archivos de Kharkow, Rusia. El empleado de tributos había tenido el hábito de humedecer sus dedos con saliva al manejar los documentos.

La lapso de tiempo que las diferentes bacterias patógenas pueden resistir el secado varía mucho. Krauzs situó la bacteria a cultivos de 48 horas en libros y los guardó en la oscuridad a temperatura ambiente. Halló que el cólera vivía únicamente 48 horas, mientras la difteria vivía 28 días, el estafilococos 31, la tifoidea 40-95 días y el bacilo de la tuberculosis 80-103 días. Otras investigaciones confirman estos resultados excepto en el caso de la tuberculosis y la difteria. Abel halló que los bacilos de la difteria retuvieron su virulencia sobre juguetes durante seis meses y éste es el lapso de tiempo que Von Schab ofrece. Lion y Von Schab afirman que el bacilo de la tuberculosis resiste el secado de seis a nueve meses.

El número de bacterias que pueden encontrarse en libros muy usados fue investigado por Lion. Una novela de una biblioteca pública varió de 250 bacterias por 100 centímetros cuadrados sobre el medio de una página limpia a 1250, 1875 y 3350 sobre los bordes sucios. Un atlas universitario mostró de 650 a 1075 por 100 centímetros cuadrados; un libro de anatomía 2275 a 3700. Los hilos y cordeles eran de lejos los más ricos en bacterias sobrepasando una media de 7550 por 100 centímetros cuadrados.

En cuanto a las bacterias patógenas que pueden darse en los libros, las siguientes investigaciones son de gran interés. Krauzs inoculó siete conejillos de indias con piezas sucias de papel de libros muy usados y todos murieron de peritonitis.

Los dieciocho inoculados con fragmentos de libros limpios permanecieron saludables. Du Cazal y Catrin hallaron estafilococos pyogenes sobre un libro viejo en un hospital. Lo más sorprendente de todo son los experimentos de Mitelescu. Él tomó 60 libros muy usados que habían estado en una biblioteca pública de seis meses a dos años; cortó las partes más sucias, las mojó en solución salina, centrifugó el líquido y lo inoculó en conejillos de indias con el sedimento. Diecinueve murieron de septicemia y doce de infección por estreptococos. Repitió el experimento con treinta ysiete libros de tres a seis años de antigüedad. Catorce de los conejillos de indias murieron de septicemia y quince contrajeron la tuberculosis. La suciedad húmeda sobre los libros más antiguos era un buen medio para el los bacilos de la tuberculosis.

Es muy difícil desinfectar un libro. El método empleado debe matar todas las bacterias, no debe dañar los libros y, por último, debe ser de la mayor sencillez y del menor coste. Los desinfectantes que se han escogido para libros son el vapor, mezcla gaseosa de Pictet, formalina, carbo-gasolina, vapor de formalina al vapor al vacío, aire cálido seco y aire caliente húmedo.

El vapor cumple el primer requerimiento porque mata todas las bacterias, pero desgracidamente éste es muy dañino para los libros, especialmente para el cuero. Es recomendado, sin embargo, por Abba, Du Cazal y Catrin, Krausz, Petruschky y Rickards que sugieren que todo libro de escuela y biblioteca debería ser, sin embargo, encolado y tener unas cubiertas tan baratas como sea posible para que la desinfección con vapor no lo dañe seriamente.

Por otro lado, las cartas no sufren ningún mal efecto por el autoclave. Esta era la experiencia de la epidemia de viruela citada en Kent; las cartas fueron sometidas al autoclave, ninguna viruela se diseminó y las cartas no se dañaron. Esto fue confirmido por experimentos que yo mismo realicé.

La mezcla gaseosa de Pictet-ácido sulfúrico y ácido carbónico en partes iguales fue probada como desinfectante de libro por Von Schab, pero la encontró no efectiva.

A cuenta de la conveniencia de la formalina como un desinfectante, ésta ha sido adoptada como en algunos casos por libros sin tener en consideración su efectividad para el propósito; Lehman, Englund, Leon y Miquel han conseguido resultados aparentemente satisfactorios con formalina. Sin embargo, investigaciones más exhaustivas de Du Cazal y Catrin, Van Ermengen y Sugg, Knopf, Von Schab, Barbe, Ballner, y Rickards han probado de forma concluyente que la formalina no matará las bacterias en el libro. Un gas no penetrará entre las hojas de un libro sin importar lo abierto que esté.

En este país un dispositivo para la fumigación general es el fumigador de formaldehído DePree. El señor DePree me dijo que recomienda cualidades no penetrantes para gas formaldehído y que no está, por lo tanto, adaptado para la desinfección del libro.

Recientemente, un nuevo método ha sido propuesto por de Beebe para la desinfección de libros por inmersión de 20 minutos en un 2 % de solución de ácido carbólico en gasolina de 88 octanos. Él manchó un pequeño montón de cultivo de caldo sobre las hojas, 50 páginas aparte, de libros previamente sometidos al autoclave. Un libro fue infectado e inmediatamente sumergido en carbo-gasolina durante 20 minutos; entonces, las áreas infectadas fueron situadas en el caldo. Otros dos libros fueron puestos a secar una hora tras ser infectados; fueron sumergidos durante 20 minutos y de uno de ellos se hicieron cultivos inmediatamente, mientras el otro era llevado a secar la noche anterior a su realización. 18 inoculaciones se hicieron de bacilos de la difteria, 18 de estafilococos pyogenes aureus, 18 escherichia coli común y 19 de bacilus tiphosus -un total de 62- sin crecer en ningún caso. Él también puso esputo de tuberculoso entre las páginas y las sumergió en carbo-gasolina durante 20 minutos. Tres conejillos de indias fueron inoculados con el esputo, y uno contrajo la tuberculosis.

Yo probé este método usando gasolina de 88 octanos saturada con ácido carbólico (solución del 2 %). A los libros secos, después de haber sido autoclavados, se les inoculó un bucle de agar o caldo con 20 páginas de separación. Los libros inoculados fueron situados en una cámara estéril durante 48 horas de modo que los cultivos se secaran completamente para evitar cualquier peligro de que fueran lavados. En lugar de 20 minutos, los libros fueron dejados en carbo-gasolina durante una hora. Fueron desplazados y puestos a secar durante 96 horas para asegurarse de que la gasolina se evaporase completamente. Los cultivos fueron arrancados. Se hicieron 80 inoculaciones, 28 de bacilo de la difteria, 27 de estafilococos pyogenes aureus, y 25 de coli común. 55 crecieron: 25 de la difteria, 17 de los estafilococos y 15 de bacilo coli.

El siguiente paso fue determinar si la solución de carbo-gasolina saturada mataría las bacterias cuando entrase directamente en contacto. Nueve tubos de ensayo con cultivos de agar inclinado de bacilos de la difteria, estafilococos pyogenes aureus, y bacilos coli -3 de ellos- fueron rellenados con carbo-gasolina. Éste fue eliminado tras una hora y diez minutos. Antes de 96 horas, los cultivos fueron eliminados. El crecimiento se dio en dos de los cultivos de estafilococos, uno de la difteria y dos de de los de bacilo coli.

Por sucesivos tests, se halló que era imposible hacer una solución más fuerte de ácido carbólico en gasolina por encima del 2 %. Así que no parece que haya ninguna modificación del método de Beebe que sea más efectiva. Lo único que puede explicar la ausencia de crecimiento en los experimentos de Beebe es que sus cultivos de caldo deberían haber sido lavados por la gasolina desde que él no los secó completamente. Esto está confirmado por mis propios experimentos. Aunque se habían secado bien, solo el 25 5 de los cultivos de caldo crecieron mientras el 80 % del agar creció.

Kister y Trautman combinaron los tres factores de formalina, vacío y calor en su método de desinfección de libros. Los libros debían estar abiertos; la temperatura, de 70º C durante dos horas con vacío de 450 mm. Esto también fue probado por Xylander y por Sobernheim y Seligman, descubriendo que los libros se podían desinfectar sin dañarlos. El aparataje consta de un vaporizador de formalina, una cámara de desinfección, un cilindro de vacío y una bomba. A pesar de que este método es efectivo, no es muy practicable; unos pocos libros pueden ser desinfectados y el aparataje es complicado, caro y difícil de manejar.

El aire caliente seco a 140º C, cuando se emplee largo tiempo, matará bacterias sin esporas, pero a una alta temperatura que es dañina para el libro. Mosebach tuvo buen éxito en unos pocos tests con aire seco de 70-80 ºC durante 14 a 24 horas, pero Xylander halló que el menor tiempo necesario era de 32 horas y que la humedad administrada, ya sea por agua o por formalina acortaba el tiempo de desinfección a 25 horas.

El aire caliente húmedo cumple todos los requerimientos para la desinfección de un libro ideal, para que mate todas las bacterias. Esto no daña los libros y su caro e conveniente uso. Bastantes investigadores trabajaron a lo largo de esta línea: Schumberg, que halló que el aire caliente a 100º C y un 55-65 % de humedad matará la bacteria sin daños. Ballner, que adoptó su método para simples libros cerrados usando una temperatura de 95º C y una humedad de 40-60 %; y Berlioz, que, con una temperatura de 95º C, proporcionó su humedad para un plato de formalina y etil aldehído. El perfeccionamiento de la desinfección con aire caliente húmedo  de libros es debida a Xylander y a Findel. El trabajo de Xylander fue minucioso y convincente, él hizo algo más considerable que miles de tests. 78 a 80º C y 30-40 % de humedad durante 32 horas matarán todas las bacterias sin esporas en libros cerrados. bacilos de tuberculosis en capas gruesas, no daña las encuadernaciones de ninguna manera, después de meses de desinfección. Un calor superior a 80º C y una humedad superior al 40 % es dañina para los libros. Cuando se desinfecta una pila un pequeño termómetro se situaría en libros más bien finos en medi de la pila. Cuando el termómetro alcanza los 70º C, que debe durar 11 horas, la desinfección debe ser contada como comenzó. Esto debería continuar 32 horas para terminar con todas ls bacterias. Yo testeé este método haciendo 73 inoculaciones y obtuve un éxito.

Este aparato necesario es simple. Esto consiste en una doble maleta de hierro galvanizado, con agua rellenando el espacio entre las paredes. Hay dos entradas, una de vidrio y otra de hierro galvanizado. Un termómetro y un higrómetro se pegan en el interior de la puerta de vidrio, de tal menera que puedan ser leídos sin abrir el aparato. Los estantes de los libros deben ser de hierro galvanizado perforado o de alambre. La humedad es administrada por un tubo que entra por la base del desinfector mediante goteo en una plataforma de material poroso de arcilla o teja no usada. Esto se satura y humedece en forma de vapor. El calor es alojado desde abajo por gas,gasolina y quemadores de aceite. En tales aparatos, de dos pies de amplitud, dos pies de profundidad y tres pies de altura, 300 a 400 libros escolares pueden ser desinfectados de una vez.

Para hallar las condiciones del asunto en este país, las cartas se escribían a los límites de la salud de todos los estados y de todas las ciudades con una población sobre 100000 habitantes. Se solicitaba que los desinfectantes y métodos que empleaban en desinfectar escuelas desinfectadasy libros de biblioteca. Solo seis respuestas mencionaron libros de biblioteca; tres de ellas dijeron que los libros infectados se destruían; dos, que eran fumigados con formalina; y una decía "diariamente informamos a escuelas y bibliotecas de todas las clases de enfermedades contagiosas".  

(...)

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